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OPINA RADIO CLARÍN                         11.12.23

Ayer se conmemoró el Día Universal de los Derechos Humanos, porque fue el 10 de diciembre de 1948 que se ratificó en París  la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

La Segunda Guerra Mundial había terminado en mayo de 1945, tan sólo dos años y medio antes.

En respuesta a las discriminaciones y las matanzas racistas del nazi-fascismo, derrotado en la guerra, la recién fundada Organización de las Naciones Unidas proclamó los derechos de la persona humana y les dio oficialmente carácter universal.

La Declaración es un documento histórico que “consagra los derechos inalienables que toda persona tiene como ser humano, independientemente de su raza, color, religión, sexo, idioma, opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición”.

No fue fácil redactarla, porque ya estaba comenzando la Guerra Fría entre Occidente y Oriente y, además, porque los 50 países que componían la ONU en 1948 llegaban a la mesa de trabajo con antecedentes culturales y jurídicos opuestos: la libertad no era lo mismo para un país como nuestro Uruguay abierto y laico que para naciones que se amansaban bajo gobiernos de fanáticos religiosos o bajo sistemas totalitarios como el que regía en  la Unión Soviética.

La Declaración estableció formalmente la convicción de que los derechos humanos deben protegerse en el mundo entero y fue el punto de partida para más de setenta Tratados de derechos humanos regionales y mundiales. Esa convicción la había sembrado dos siglos antes la Revolución Francesa, cuya Declaración de los Derechos del Hombre y el Ciudadano fue una de las fuentes principales del pensamiento hispano-luso-americano.

Ayer se cumplieron 75 años del nacimiento de la Carta. Su  preámbulo, proclamó que la Declaración Universal de los Derechos Humanos estableció un “ideal común por el que todos los pueblos y naciones deben esforzarse, para que los individuos y las instituciones, inspirándose constantemente en ella, promuevan -mediante la enseñanza y la educación- el respeto a estos derechos y libertades, y aseguren, por medidas progresivas de carácter nacional e internacional, su reconocimiento y aplicación universales y efectivos”.

En el Uruguay, en la región y en el mundo, el ideal de los derechos humanos dista muchísimo de cumplirse.  A la criatura humana la asedian miserias materiales, intelectuales y espirituales. La paz general convive con guerras que a todos nos duelen, ya fuere en Armenia o entre Israel y Gaza y entre Ucrania y Rusia. .

Pero a pesar de todo eso, la Declaración Universal de los Derechos Humanos vale e inspira como un ideal que debemos concretar lo mejor que sea posible en la esquina de lugar y tiempo que nos toque  vivir.

Para eso, estamos convocados todos, empezando por tratar bien al prójimo.

Así lo siente y así lo afirma Radio Clarín.

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