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OPINA RADIO CLARÍN                            27.12.23

         Ayer martes 26 de diciembre a las 16 y 30 murió Kiara Ayleen Albarenque*, la niña de 14 años que estaba internada en el Hospital Pereira Rossell, porque una bala perdida la alcanzó frente a su casa del barrio Peñarol.

          Estaba con unas amigas en la vereda de su casa. Al advertir que con  los cohetes se entremezclaban tiros, quiso proteger a una bebé. En ese movimiento recibió un disparo proveniente de un desconocido que presuntamente apuntaba a un auto que se localizaba entre las calles José Bergamín y Arturo Despouey.

          El nombre de Kiara Ayleen Albarenque se suma al martirologio laico de los niños y los jóvenes que perdieron la vida por hacer el bien al prójimo.

          Encabezó esa lista de almas nobles, en 1929 Dionisio Diaz –agotado en la caminata con que salvó a su hermana.

          Enalteció esa nómina en 1954 el joven estudiante de Medicina Gustavo Volpe, que murió apuñalado por defender en un ómnibus a un pasajero que estaba siendo robado por un punguista.

          Y ahora se suma al nomenclátor de mártires la adolescente que,  en el gesto de proteger a una lactante, se vio alcanzada por un proyectil descerrajado por un desalmado, y al tercer día falleció.

          Sería una irreverencia pasar indiferentes ante esta clase de desgracia, que no vino de la naturaleza ni fue casual.

          Estamos ante la realidad de que en el Uruguay se ha instalado el crimen organizado, y desde él surge un clima desaprensivo y sin límites que genera múltiples formas de crimen desorganizado.

          El tema no se resuelve con estadísticas, comparaciones ni encuestas. El asunto no es cuántos inocentes mueren en atrocidades como las que signaron la Nochebuena y la Navidad de 2023. El tema de fondo es que, de a poco, el Uruguay va acostumbrándose a sentir cada vez menos el valor de la vida humana.

          Esa es una desgracia de los sentimientos colectivos que no ´va a resolverse por pertenecer a un cuadro de fútbol u otro ni por cambiar el signo político del gobierno.

          De esto sólo saldremos con una reeducación conceptual que restablezca los sentimientos más elementales.

          Por esa reeducación debemos luchar todos.

          Asi lo siente y así lo afirma Radio Clarín.

* Kiara Ailín Albarenque