Desde que el caso del ex senador Penadés saltó a la luz pública, era lógico esperar derivaciones.
Era lógico esperarlas, porque el involucrado tenía una larga trayectoria pública y su nombre repercutía todo el país.
Y, además, era lógico esperar derivaciones porque siempre que se investigan asuntos de prostitución surgen más ramificaciones que las que aparecieron inicialmente.
Por eso hubo conmoción pero no hubo sorpresa cuando se supo que la acusación a Penadés no la formulaba sólo Romina Celeste, sino nueve jóvenes que relataban haber tenido relaciones con el ex legislador cuando aun eran menores.
El conjunto de lo descubierto es un horror, agravado porque un docente –de apellido MOVEZÉN*--fue a la cárcel por cumplir la infame tarea de reclutar jovencitos para el también preso Penadés.
Pero en estos días no estamos ya ante la truculencia de los hechos sino ante la distorsión y perversión de los procedimientos.
Se han filtrado grabaciones de toda laya. Se reprocha a la Fiscalía emitir mensajes impropios de la función. Se cruzan denuncias. Y el conjunto se convierte en un espectáculo público que acaso gane unos minutos de audiencia pero no genera el clima de seriedad, austeridad y meditación que requiere la Justicia de un Estado de Derecho.
Este no es un efecto de las particularidades del caso Penadés. Ya se dio en casos anteriores, porque es un resultado del procedimiento penal que mañana, 1º de noviembre, cumplirá 6 años de vigencia.
Ya no investigan en busca de la verdad, los clásicos Jueces Letrados Instrucción, apoyados por actuarios y funcionarios especializados.
Ahora investigan los Fiscales, a los cuales la ley no les manda averiguar la verdad sino construir la acusación en diálogos que nadie puede controlar del todo.
El Uruguay ha bajado a la Justicia del pedestal en que la tuvo antes y la necesita hoy. Ha colocando a sus nuevos protagonistas, los Fiscales, en la vereda de polémicas, tuits y grabaciones truchas donde el acusador puede convertirse en denunciado… no tanto por sus eventuales yerros como por las fallas garrafales del sistema procesal vigente, que pide a gritos una reforma total.
Así lo siente y así lo afirma RADIO CLARÍN.
* Se escribe Mauvezin peo se pronuncia MOVEZÉN