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Editorial 17 de octubre de 2023

Ya van 10 días de la invasión de la organización terrorista Hamas al territorio israelí, que mató y secuestró civiles en sus casas de familia.

El gobierno de Benjamín Netanyahou ejerció rotundamente el derecho de defensa que le reconocen las normas internacionales, atacando blancos terroristas con muerte de civiles y declarando que esto es sólo el comienzo.

En el recuento de las víctimas de este horror, se suman niños inocentes, adultos inocentes y ancianos inocentes.

Y hasta ahora no surge una iniciativa de paz que permita negociar la convivencia entre el Estado judío y el Estado musulmán, tal como dispuso la ONU cuando, en noviembre de 1947, creó el Estado de Israel.

Para los ideales humanistas que inspiran a la República Oriental del Uruguay, toda muerte violenta es deplorable y toda guerra es execrable.

Esa sensibilidad no se mantiene sola. Hay que afirmarla y cultivarla, para no caer en un acostumbramiento cómplice.

La humanidad ha entrado en una etapa de peligrosa indiferencia ante las guerras.

El comercio internacional se expande y el turismo funciona luminoso. Al mismo tiempo, semana tras semana y año tras año nos enteramos de cómo se persigue y mata a los armenios en Nagorno Karabaj, cómo se multiplican las atrocidades en Ucrania y cómo ataca indefensos el terrorismo de Hamas y Hezbolá.

En el Uruguay vivimos el privilegio de no soportar esa clase de calamidades, pero tenemos la obligación de deplorar los horrores, sin refugiarnos en la pereza y la resignación.

El artículo 6 de nuestra Constitución establece que nuestro país defenderá la solución de los conflictos por “medios pacíficos”.

Basta leer la esencia de ese artículo y recordar la tradición humanista de la que provenimos, para sentir que tenemos la obligación de, a pesar de todo, proponer medios pacíficos que eviten más matanzas en pueblos que, en sangre y en espíritu, son parientes directos de nosotros mismos

Así lo siente y así lo firma Radio Clarín.