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Editorial 27 de Octubre 2023

OPINA RADIO CLARÍN

A los 87 años, Mario Vargas Llosa acaba de publicar su vigésima novela, que tituló “Le dedico mi silencio”.

Su tema exalta los sentimientos y las ilusiones de un enamorado de la música criolla peruana, que siente que los valses, las polkas y los huaynos integran la identidad nacional y personal de los peruanos, por encima de diferencias y contiendas.

La acción de esta novela transcurre en los años 90, cuando el Perú sufría el terrorismo de Sendero Luminoso. Frente a eso el protagonista soñaba y batallaba por conseguir “un país unido por la música”.

Vargas Llosa –Premio Nóbel de Literatura, radicado en Madrid,   visitante asiduo y respetado de ambas orillas del Río de la Plata- reconoce que su personaje –Toño Azpilcueta- no logró su propósito: la música no consiguió unir a los peruanos, los cuales siguieron divididos y a los tumbos institucionales también después que desapareció la guerrilla de Sendero Luminoso. Y así siguen hasta ahora.

El planteo que formula la novela tiene valor universal, porque es históricamente cierto que hay muchos pueblos que han construido su identidad desde su música: por ejemplo Italia, que en 1870 logró unificarse coreando las arias pegadizas de las óperas de Verdi, transmitidas de oído a garganta (porque todavía no se había inventado la radiodifusión).

         Esa experiencia vital no es ajena a nosotros, porque también los uruguayos tenemos música autóctona que expresó los sentimientos nacionales desde los albores de nuestra independencia, como evidenciaron los estudios del inolvidable Lauro Ayestarán.

Los uruguayos muchas veces nos hemos hermanado en acordes y estrofas por encima de cintillos: cuando en plena dictadura,  cantábamos el Himno en el Estadio, nos uníamos para gritar fuerte “¡Tiranos, temblad”. Y nos hermanamos también cuando, en plena libertad, vibramos con zambas, cielitos, tangos, milongas y candombes,  y nos hemos emocionado con la voz, la poesía y los temas de nuestro Carlos Gardel.

La música pone ritmo y melodía al sentir y al pensar. Si tiene alma, inspira grandeza y enseña a vivir.

Defenderle su autenticidad por encima de los tiempos y abrir las fronteras a lo auténtico que surge en otras latitudes, es una misión que abre esperanzas a la condición humana, hoy amenazada por horrores diarios.

Puesto que es un valor que nos nutre de esperanzas, la música nos llama y nos conmueve por encima de modas pasajeras.

Así lo siente y así lo afirma RADIO CLARÍN.