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OPINA RADIO CLARÍN                  08.12.23

Pasado mañana, 10 de diciembre, terminará el mandato de Alberto Fernández y asumirá la Presidencia de la República Argentina el economista Javier Milei.

Para nosotros los uruguayos es un hecho de otro país, pero no de cualquier país, porque con la Argentina compartimos altos momentos  de nuestra historia, al punto que el proyecto artiguista --que desde 1813 selló la personalidad de la Banda Oriental- proponía que desde la Cuenca del Plata a la Cordillera de los Andes… los pueblos se unieran en una federación.

Por eso, y por tener sangre cultural en común, nunca podrá sernos indiferente lo bueno y lo malo que ocurra en la Argentina.

La  transmisión de mando se cumplirá con puntualidad institucional. En 1983, al salir de la dictadura- se acordó que  el Dr. Raúl Alfonsín  tomase posesión el 10 de diciembre porque esa es la fecha consagrada por las Naciones Unidas como Día Universal de los Derechos Humanos. Merece subrayarse que en los 40 años corridos desde que asumió Alfonsín, la Argentina ha llamado a elecciones cada cuatro años y ha respetado el resultado de las urnas. Es un mérito institucional que debe celebrarse, dados los antecedentes.

Más allá de ese mérito, lo que el domingo va a recibir el señor Javier Milei  es un país angustiado, empobrecido y cundido de apremios, que tiene causas penales abiertas contra la Vicepresidente saliente y contra varios de los que con ella colaboraron cuando fue Presidenta.

Lo que el señor Milei anunció antes y después de su elección es un camino duro  hacia la economía de mercado, sin las regulaciones e intervenciones que fueron clásicas en el peronismo original y se retomaron en la etapa kirchnerista que ahora termina. Nada indica que vaya a ser fácil, ni con la oposición política, ni con el poder de los sindicatos, ni con la inexperiencia propia de quien pasado mañana será investido como Presidente entre anuncios de devaluación, recortes y sacrificios.

Con la imagen viva de las oleadas de exiliados políticos y empresarios  emigrados que antes y ahora recibimos en las costas uruguayas,  hacemos votos por que la nación argentina viva una etapa de reencuentro consigo misma, apretando la esperanza en el deseo noble que acuñó Wimpi:: “Que todo sea para bien”.

Porque el bien de la Argentina siempre ha reflejado bien para nuestro Uruguay.

        Así lo siente y así lo afirma Radio Clarín.