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Opina Radio Clarín                   22.11.23

Súbitamente, a los 84 años, falleció el Dr. José Arocena. Lo abatió un infarto en plena sesión de la Corte Electoral, que integraba desde hacía 13 años y de la que era Presidente desde el año 2014.

La Corte Electoral –organismo que cumplirá 100 años en el inminente 2024- es corazón y nervio de nuestra vida republicana. La calidad de su Registro Cívico sobrevivió a las dos dictaduras que sufrió nuestro país en el siglo XX. Su noble imparcialidad rigió los seis grandes cambios de lema gobernante que la ciudadanía dispuso en las elecciones de 1958, 1966, 1989, 1994, 2004 y 2019.

El Dr. Arocena encarnó y simbolizó la autoridad jurídica y espiritual de la Corte Electoral, que supo presidir sin hacer ruido -con el beneplácito de todos los partidos.  No llegó al cargo por los fulgores de una militancia política, sino por su integridad de hombre probo, con principios, dedicado a comprender y a realzar la condición humana en todos los planos.

Arocena era doctor en Sociología por la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales de París. En la Universidad Católica fue docente y profesor emérito de la Facultad de Ciencias Humanas, fue decano de la Facultad de Ciencias Sociales y Comunicación y fue Vicerrector académico.

Arocena publicó múltiples libros. El último –del año pasado, editado por Planeta- se llamó “Escenarios del Cambio”. Su tesis fue que no debemos aceptar pasivamente la disolución de la familia tradicional, la inseguridad, los miedos y las caídas culturales y no debemos tampoco encerrarnos en el rechazo a lo nuevo. Debemos, en todas las generaciones, enfrentar los cambios con reflexión, enriqueciendo el pensamiento para orientarnos en las incertidumbres de lo nuevo, salvando siempre a la criatura humana.

El ideario del Dr. Arocena tuvo un parentesco natural con el pensamiento de su yerno, el psicólogo y escritor Alejandro De Barbieri, apoyado en las bases filosóficas que enseñó Víktor Frankl.

Servidor público sin estridencias, Arocena fue no sólo una garantía electoral desde la Corte que presidió. Fue una prueba lúcida de que en el Uruguay sigue habiendo lugar para el ciudadano que piensa por su cuenta y para el filósofo que ordena entrecasa las ideas a partir de las cuales vivir.

Por todo eso, en el Dr. Arocena no sólo despedimos al Presidente de la Corte Electoral caído en su puesto de trabajo.

Por encima del cargo que ejerció, homenajeamos a un tipo de uruguayo que debemos custodiar y apoyar, para que jamás perdamos la conciencia artiguista de ser “nosotros mismos”.

Así lo siente y así lo afirma Radio Clarín.